El balance emocional y la buena salud mental son la base de tu bienestar. La salud emocional se refiere a los sentimientos y el procesamiento de las emociones y la salud mental hace referencia a cómo piensas.
A menudo las emociones son catalogadas como algo de poca importancia que “deberíamos” saber controlar. Culturalmente es tan fuerte esta idea que de repente nos autoexigimos no llorar o ‘no sentir nada’ por temor a lo que pensarán los demás. Creemos que dar atención y cuidado a lo que sentimos no es importante cuando en realidad, si nuestras emociones están desequilibradas, esto puede afectar tus relaciones y la interpretación de tus experiencias.
¿Y la salud mental? “¡Ah! Esa sólo es para gente que está loca”, solemos pensar; pero resulta que no es el caso. Al ser la salud mental la capacidad de procesar información es importante cuidar de ella, pues será la herramienta con la que interpretarás las experiencias cotidianas. Día tras día recibes, descifras e interpretas información, ¿qué pasaría si tu evaluación de lo que está sucediendo no coincide con la realidad? Por ejemplo, si un gesto inofensivo lo interpretas como un insulto. ¿Cómo eso puede afectar tus relaciones o la situación?
Cuando hay un sentimiento abrumador o una interpretación imprecisa, tu respuesta puede ser incongruente, inapropiada, y problemática, lo que te traerá una multitud de dificultades. Por lo tanto, la importancia del cuidado emocional y mental radica en que son vitales para sentirte bien y relacionarte con los demás de forma positiva. Dicho simplemente: lo que piensas y sientes influirá en cómo respondes y cómo respondes alterará (para bien o para mal) tu experiencia.
Si descubres que necesitas recuperar el balance emocional y mental, trabajar con una profesional te ayudará a descubrir la raíz de tu situación y a desarrollar herramientas que te ayuden incrementar tu bienestar. Los servicios terapéuticos son un apoyo excelente para promover y conservar tu crecimiento ante una vida de desafíos constantes.